Cordiales saludos a todos ustedes desde el Pacífico Sur donde estoy grabando este video en compañía de mis cuatro nietas. A menudo me refiero a ellas en mis discursos en Acción para los Océanos, haciendo hincapié en que todos nuestros esfuerzos deben regirse por el principio de justicia intergeneracional; de modo que es genial estar grabando este mensaje en su compañía.
El 3 de marzo de este año, la celebración del Día Mundial de la Vida Silvestre de las Naciones Unidas coincidirá con el 50º aniversario de la adopción de la CITES. Cincuenta años más tarde, vemos como esta gran convención multilateral nos ha conducido a una relación más sana con la madre naturaleza. Comprobamos su eficacia cada vez que cruzamos una frontera internacional.
Pero ahora, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad ofrecen la perspectiva de una extinción de especies semejante a la desaparición de los dinosaurios. La gran esperanza de evitar esa perspectiva procede de la reciente adopción del Marco Mundial de la Biodiversidad, de modo que el principal reto ahora consiste en aplicar los objetivos del marco con la máxima integridad.
Pero reconozcamos también que el flagelo del comercio ilegal de vida silvestre continúa prosperando. Sabemos quiénes son los culpables y dado que no hay una excusa aceptable para esta parodia humana, nuestros esfuerzos combinados para eliminar el tráfico ilícito deben de ser implacables.
Aquí, a orillas del océano, recuerdo a todos que desde el Ecuador hasta los polos, desde la superficie brillante hasta las maravillas de las profundidades marinas, el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta está ahí fuera. Nunca debemos dar por sentado su bienestar, ya que como la vida terrestre, él también está amenazado.
Superaremos estas amenazas trabajando en colaboración y la conservación de la vida silvestre no es la excepción a la regla. Así, pues, en compañía de mis nietas, me sumo al llamamiento de establecer alianzas para proteger la vida silvestre remanente de este planeta.